Para vosotros, hermanos. Para los primos. Para los amigos que fueron parte de esa infancia que todavía permanece…
Todavía resuenan los pasos precipitados por la cuesta del Palame (1).
Todavía se acelera el corazón cuando alguien se acerca.
Todavía se escuchan, al fondo, las cigarras y los grillos.
Todavía se intuye el vuelo de los murciélagos, sombras en la sombra.
Todavía aletean las risas y los gritos.
Todavía nos libera el aliento fresco de la tierra en el crepúsculo.
Siempre es todavía…
(1) “Palame” designa un lugar muy concreto de la parroquia de Peitieiros, en el barrio de Peroleira (Gondomar). Allí se reunían los niños durante las largas tardes de verano, entreteniendo las horas con juegos que se prolongaban hasta bien entrada la noche…