Para Ana
Mientras tus ojos iluminen
mi torpe caminar, perdido y derrotado;
mientras en medio de la jauría enloquecida
tu voz se alce -siempre triunfante-;
mientras tu olor penetre
en mis entrañas,
abriéndolas de parte a parte
para acoger allí el dolor y la esperanza;
mientras tu cuerpo descanse sobre el mío,
concediéndole la gracia de la paz
a pesar de todos los fracasos…
Tú, y solo tú, serás pan tierno que alimente
mis amaneceres cotidianos,
rocío que refresque mis abrojos y desiertos,
clara luz que me rescate de los naufragios de la Historia
para llevarme, al fin,
a la victoria de la eterna primavera.