Hablemos de árboles

Modificación sobre: «Foto de Morgan McBride en Unsplash«

¿Qué tiempos son estos
en los que una conversación sobre árboles es casi un crimen
porque incluye un callar sobre tantas fechorías?”

Bertolt Brecht  

¿Qué tiempos son estos
en los que una conversación
es casi un crimen,
porque incluye
tanto dicho?”
Paul Celan

Este es nuestro tiempo.
“Palabras, palabras, palabras”.
Modernidad tardía en la que,
irremediablemente,
Todo ha sido dicho.

Una y otra vez,
una y otra vez,
una y otra vez,
hasta la extenuación,
hasta el desaliento,
hasta la desolación que acompaña cada palabra verdadera.

Y, sin embargo,
como recuerda el filósofo,
eso no quiere decir que no haya que decir la palabra,
solo que decirla “es el callejón sin salida en el que hay que saber estar”.

Solo así puede ser entregada de nuevo la palabra
al árbol,
que viste sus hojas de un marrón macilento,
que hunde sus raíces en una tierra putrefacta,
que alimenta con su oxígeno al animal que lo tortura.

El árbol,
que denuncia la miseria del final de los tiempos,
despojado, arrasado, despreciado, quemado, explotado, torturado.
Testigo mudo -¡pero grita!-
de la tierra saturada por los purines de la humanidad toda
y sus ganados estabulados, acumulados, aterrorizados y condenados a un sufrimiento perpetuado
día tras día, vida tras vida, generación tras generación.

El árbol,
víctima de la podredumbre de la Humanidad,
desgarro callado alzado al cielo en nuestro nombre,
retorcida raíz de nuestra vergüenza,
rebelión encarnada contra la degradación de la tierra que se nos dio por herencia…

Así, pues, hablemos de árboles.
De su gracia
y de su cruz.
Porque en ellos reside nuestra miseria
y la posibilidad
-solo la posibilidad-
de una esperanza
en medio de esta oscura realidad nuestra.

Texto descargable del poema en .pdf

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